El Tarot de Marsella es un sistema de delineación psicológica capaz de describir las pautas de experiencia que los humanos encuentran en el camino espiritual. Muestra todas las fuerzas que entran en juego, los puntos fuertes y las trampas. Puede servir como herramienta para permitir al usuario traer a la conciencia áreas inconscientes de la psique. La comprensión de estos patrones puede contribuir al proceso de liberación del sufrimiento de la personalidad.
La secuencia siguiente corresponde a la segunda mitad de los Arcanos Mayores del Tarot de Marsella y representa hitos claves en el camino espiritual consciente.
Estamos completamente vestidos, lo que indica una personalidad que ha adquirido muchos conocimientos y experiencia. Hemos empezado a prestar atención y a evaluar nuestras experiencias pasadas y presentes. A continuación, damos forma y controlamos hasta cierto punto las partes perjudiciales o rebeldes de nuestra personalidad. Esta es la primera etapa del trabajo psicológico: observación y esfuerzo.
Nuestra Verdadera Naturaleza se revela con la profundidad suficiente para dar la vuelta a nuestra perspectiva del «yo». Nosotros y el mundo no somos lo que creíamos ser. «Las montañas no son montañas, y los ríos no son ríos». Todo es Conciencia; por tanto, «se hacen obras, pero no hay quien las haga».
La luz de la Verdad ha atravesado la personalidad. Los cimientos de la autoignorancia han sufrido un golpe mortal y se han roto, pero aún no están muertos. ¿Morirán? ¿Cuándo morirán? Ése es un doloroso misterio con el que algunos buscadores tendrán que cargar ahora. Algunos llaman a este acontecimiento Iluminación, y otros, Despertar.
La continuación del trabajo psicológico tras la Iluminación o el Despertar cambia el enfoque hacia una perspectiva renovada basada en la revelación de la Verdad, en lugar de trabajar por la salvación o la evolución de un «yo espiritual».
La palabra clave es eliminación. Ha llegado el momento de descartar muchas ideas y sentimientos sobre la espiritualidad y el yo. Esto requiere una profunda autorreflexión y sinceridad.
Todos los símbolos de identidad tienen que desaparecer. Esto incluye tanto al «yo no iluminado» espiritual como al «yo iluminado».
Se trata de eliminar lo intrascendente y lo inútil.
Cuantos más rasgos inútiles se eliminan de la personalidad, más equilibrada se vuelve. Empezamos a sentirnos normales y a manejar los opuestos de la dualidad con más gracia y facilidad. El trabajo correcto de la personalidad comienza a asentarse.
Es más fácil decirlo que hacerlo. En situaciones en las que estamos atrapados con el Diablo, nos llega un choque externo o una intervención de tipo desagradable, casi garantizada. Nos sacude y rompe la estructura de nuestra personalidad. Una enfermedad, un accidente, un divorcio, una traición, lo que sea. Es doloroso, pero es bueno en el conjunto del camino espiritual.
Nos volvemos humildes y empezamos a fluir con la naturaleza que nos rodea como resultado de asimilar correctamente la destrucción que sufrimos en lugar de resistirnos a las fuerzas de la vida. Reconocemos la guía de una fuerza más allá de nosotros como individuos. Nos sentimos más integrados en el mundo y más en armonía con el Todo.
Sin embargo, el dolor es inherente a la vida y debe reconocerse y aceptarse. Nuestro grado de madurez emocional se hace patente. Los traumas del pasado se hacen visibles e inciden en nuestra perspectiva emocional actual, por lo que deben procesarse conscientemente. Tenemos que madurar y aceptar el dolor como parte natural de nuestra experiencia, en lugar de negarlo o evitarlo.
No estamos solos. La ayuda llega: un maestro, un amigo, un guía espiritual, las sustancias psicoactivas… vendrá de muchas formas. Del mismo modo, impartiremos esta misma ayuda a otras personas que encontremos en el camino espiritual. Todos somos como hermanos y compañeros.
Dentro del proceso de limpieza, purificación y amor, nos preparamos para reconocer quiénes somos realmente y vivir de acuerdo con ello. La Verdad revelada al principio del camino se hace cada vez más accesible a medida que se disuelven las falsas creencias e identidades, y somos capaces de escuchar la voz del Estado Natural.
Aquí, estamos prestando atención a «quién soy». Esto es Autoindagación o Recuerdo de Sí. La llamada de la Conciencia se escucha sin obstáculos. Nos despojamos de toda intención de Iluminación. La Conciencia se llama a sí misma y se escucha a sí misma, a falta de mejores palabras…
Ya nada está mal. Aceptación total y paz con lo que esté presente en este momento. El sufrimiento psicológico y la búsqueda han cesado.
Tanto la vida como nuestras personalidades siguen adelante como se supone que deben hacerlo. Con nuestros gustos y disgustos, dolores y placeres, pero sin miedo y sin agobios.
Siendo creativos, cometiendo errores, prestando atención y aprendiendo con curiosidad como un ser humano normal.
La falsa personalidad se manifiesta a través de siete patrones conocidos y discernibles de miedo. Es útil conocer cuáles patrones son nuestros medios favoritos de crear sufrimiento. Estos patrones forman los principales obstáculos para vivir en paz, sin miedo y libres de falsas expectativas.
Los siguientes términos son tomados del Sistema de «Overleaves» de las Enseñanzas de Michael. En ese sistema, se refieren a ellos como los «rasgos principales» de la
falsa personalidad.
Miedo al cambio, miedo a la inestabilidad, testarudez, obstinación, rigidez, dificultad para aceptar lo nuevo y cambiar de opinión. Inquietud debida a personas o situaciones de vida imprevisibles que provocan cambios.
Miedo a perder oportunidades. Miedo a la falta de tiempo. Intentos de realizar más actividades de las que son posibles o sensatas en el tiempo asignado. Prisa. Intolerancia. Irritación. Ansiedad.
Miedo a ser oprimido. Búsqueda de situaciones donde es probable que ocurra la victimización. Autosacrificio sin sentido. Queja excesiva. Sentirse victimizado. Alguien o el universo está «siempre en contra de mí». ¿Por qué siempre me pasa esto a mí?
Miedo a ser juzgado y condenado. Búsqueda de situaciones donde es probable que ocurra el juicio. Timidez. Intento extremo de no cometer errores. Ocultarse. Miedo a ser malinterpretado.
Miedo a ser inadecuado. Miedo al conflicto y a no poder complacer. Aquiescencia. Decir sí cuando en realidad se quiere decir no. Baja autoestima, Autodegradación. Sentimientos de indignidad. Inacción.
Miedo a la carencia y a la pérdida. Acumulación de conocimiento, bienes, dinero o experiencias más allá de la utilidad. Tacañería. Acaparamiento. Gula. Nunca se tiene suficiente. Insatisfacción.
Miedo a perder o no tener control. Búsqueda de situaciones de peligro, desafíos o gran dificultad. Desprecio y desdén por la vida. Adicciones de todo tipo.
Audio ilustrado.
(No es mi voz.)